domingo, 14 de julio de 2013

El Sacrificio de Cristo

El Sacrificio de Cristo

Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto; y como que escondimos de él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos.
4 Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido.
Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados.
Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros.
Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca.
Isaías 53:3-7

En estos últimos tiempos las congregaciones están restando importancia al sacrificio de nuestro Señor Jesucristo. Hoy en día se tratan de todos los otros temas que tiene que ver con superación personal, motivación, como ser un campeón, pero olvidamos que todo eso solo es posible en la cruz del calvario.

En seguida de la caída del hombre, el castigo para el hombre no solo fue que la tierra iba a producir espinos, que el hombre tendría que comer lo trabajado con el sudor de su frente, viniendo así el decaimiento físico, las enfermedades y la muerte.

Sin embargo, Dios había estipulado un plan de salvación, para redimir el hombre, para rescatar al hombre, para darle la salud al Hombre. Ese plan no fue instigado por María o José, ni mucho menos por los religiosos de la época, sino que el la anunciación, el ángel Gabriel le dijo a María que al niño que llevaba en vientre, obra del Espíritu Santo, le pondría como nombre Jesús, porque Él salvaría a todos.

1- La misión de Cristo
10 Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.
Lucas 19:10

Cristo no vino a nacer entre los mas poderosos de la tierra. Sino que no le importó que estuviesemos muertos en délitos y pecados, para descender y tomar forma de siervo a fin de salvar lo que se había perdido.

45 Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos.
Marcos 10:45

Esta venida a la tierra tomó forma de servicio, demostrándonos que no es por quienes somos, sino en quién somos. Ningún título, ningún ministerio ni posición, te hace mayor que nadie. Al contrario, El que quiere ser mayor debe aprender a servir a los demás. Por ello, con su ejemplo, Cristo marcó la pauta. Ninguno de nosotros está para ser servidos, sino para servir y dar su vida. De la misma manera, nosotros debemos servir a nuestros hermanos y dar nuestra vida con pasión por Cristo y su obra.

Una misión dolorosa
Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto; y como que escondimos de él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos.
Isaías 53:3

Ésta misión fue dolorosa, no solo físicamente por los clavos, las espinas y los latigazos, sino que el dolor fue también fue del orden moral y sentimental, al ser despreciado por quienes el mismo había hecho favores y milagros. Cuando Pilato pone a escoger al pueblo, todos gritaban “Que suelten a Barabás y crusifiquen a Jesús”. ¿Cuantos de nosotros habiendo tenido mil y favor de Cristo seguimos despreciándolo y desechando su doctrina?

En el Getsemaní se marca la intensidad del dolor cuando se exclama “Padre si quieres pasa de mi esta copa”... Sin embargo, continúa diciendo “Pero no sea como yo quiero sino como tu quieras”. La respuesta del cielo seguramente fue “Seguimos con el plan de salvación y amor trazado en la eternidad”.

Jesús en vez de encontrar reconfortamiento de sus mejores amigos, cuando vuelve de orar, ellos no pudieron acompañarlo, sino que estaban dormidos. Yendo aún mas lejos, uno de los doce que andaban junto a él lo entregó con un beso. Muchas veces nosotros dejamos a Cristo porque nuestros amigos, los que nos besan, los que nos rodean nos traicionan, sentimos que somos dejados a nosotros mismos. Cristo se sentía en la misma situación sentimental. Al pie de la cruz solo estaba María y Juan.

Imagínate el dolor de Cristo pensando en donde estaba Pedro, Andrés, Bartholomé, Nathanael y los demás. Imagínate el dolor de ver a María su madre terrenal sintiendose impotente, viendo a quien llevó en su vientre nueve meses, desfigurados, agonisando. Imagínate el dolor de ser vituperado e insultado, crucificado entre dos ladrones. Por eso le llama “experimentado en dolores”.

2- ¿Que significa su muerte?
Liberación de toda enfermedad
Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido.
Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados.
Isaías 53:4-5

Jesús llevó con Él nuestras enfermedades. Uno de los primeros efectos del pecado fue la enfermedad, por eso en la cruz, Cristo vino a restablecer nuestra salud espiritual y física. Lo que sucede es que nuestra fe está baja. Cuando estamos en salud, preferimos trabajar, andar en los parques, divirtiéndonos, disfrutando los placeres que nos ofrece el mundo y no que eso sea malo, sino que suplantamos el servicio y el culto a Dios por los tesoros de la tierra. Allí, al buscar las añadiduras antes que el reino de Dios, viene a tomar efecto en nuestra vida la consecuencia del pecado de Adán.

No queremos congregarnos, no queremos leer las sagradas escrituras, no queremos ayunar, no queremos orar, no queremos vivir una vida de alabanza, no queremos vivir en santidad, pero deseamos tener todos los beneficios del reino de Dios. ¿Como deseamos retirar del banco celestial sino cutivamos nada en él? Por eso Jesús mismo decía de “hacer tesoros en los cielos donde la polía y el orín no corrompen”. Tu fe debe estar crecida, alimentada, porque por en sus llagas fuimos nosotros curados. Él vino a deshacer las obras del mailgno.

Liberación espiritual
Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros.
Isaías 53:6

La otra consecuencia del pecado de Adán fue de perder la comunión con Dios. Durante varios años, Dios buscó a restablecer esa relación con el hombre, pero la humanidad se descarrió, la humanidad se separó, la humanidad se apartó, la humanidad fue tras sus conveniencias. Mas bien Cristo Él llevó sobre sus hombros nuestros pecados, nuestras transgreciones. Por eso Jesús, en su primera intervención en la sinagoga lee el pasaje del profeta Isaías:

18 El Espíritu del Señor está sobre mí,
Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres;
Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón;
A pregonar libertad a los cautivos,
Y vista a los ciegos;
A poner en libertad a los oprimidos;
Lucas 4:18

El sacrificio de Cristo vino a proclamar las buenas nuevas que en Él los quebrantados de corazón tendrían sanidad, que se ha puesto fin a la esclavitud del pecado, que la vista espititual será restablecida y que el regimen de opresión satánica es quitado. Cristo es el gran libertador.

Es tiempo de volver a valorar ese tan bello sacrificio. No veamos por lo nuestro, ni por hacer milagros, ni tener don de ciencia o procurar cualquier ministerio y don del Espíritu, sino mas bien procuremos ver hacia atrás en la historia, poner nuestros ojos en esa cruz, y ver que nosotros merecían ese lugar, humillarnos porque Él tomó nuestro lugar.

Mientras mas nos enorgullesemos, mientras mas nos ocupamos en los quehaceres de la tierra, mientras mas nos envolvemos en los negocios de la vida, mas nos alejamos del reino, mas nos alejamos del poder del sacrificio de Cristo en nuestras vidas.

Valoremos el sacrificio de Cristo


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