Y pondré enemistad entre
ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la
cabeza, y tú le herirás en el calcañar.
Génesis 3:15
Desde que Adán pecó, Dios ha estado interesado en dar al hombre la
oportunidad de reconciliación. Por eso en este verso encontramos lo que se
conoce como la primera promesa de redención.
Dios puso enemistad entre Satanás (la serpiente antigua) y la raza
humana. Dios mismo estaba profetizando del momento en que el enemigo le
mordería el calcañar a Cristo con la muerte en la cruz; pero al mismo tiempo
declaró la victoria de Cristo, aplastándole la cabeza al diablo, resucitando
con poder de entre los muertos.
La Biblia enseña que Jesús quitó las llaves al que tenía el imperio de
la muerte y que ni la muerte ni el sepulcro lo pudieron retener. Jesús resucitó
y vive. Suyo es el poder y la gloria para siempre.
Con esta victoria, Jesús reivindica al Hombre, llevándole al estado de
comunión con Dios que se había perdido con la caída de Adán, allá en el huerto.
Ahora bien, esta promesa consiste en:
1) Salvar a quién invoque el nombre de Jesús
Y todo aquel que invocare el nombre
del Señor, será salvo.
Hechos 2:21
Y en ningún otro hay salvación;
porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser
salvos.
Hechos 4:12
El nombre que tú
debes invocar no es el de Pedro ni ningún otro apóstol o profeta, debes invocar el nombre que es sobre
todo nombre: JESÚS.
Ese nombre
debe invocarse con todo respeto, sabiendo que es un nombre que tiene poder, que
cuando se menciona algo debe pasar. Se debe invocar únicamente en la alabanza o
en la súplica por un favor de su intervención en nuestra vida.
Él es el que
vino a buscar y a salvar lo que se había perdido. Es Jesús quién dio su vida
por ti. Es Él quién derramó su sangre para limpiarte de pecado y liberarte de
la condenación eterna.
22 Varones
israelitas, oíd estas palabras: Jesús nazareno, varón aprobado por Dios entre
vosotros con las maravillas, prodigios y señales que Dios hizo entre vosotros
por medio de él, como vosotros mismos sabéis;
23 a éste, entregado por el determinado consejo y
anticipado conocimiento de Dios, prendisteis y matasteis por manos de inicuos,
crucificándole;
24 al cual Dios levantó, sueltos
los dolores de la muerte, por cuanto era imposible que fuese retenido por ella.
Hechos
2:22-24
2) Perdonar a quién se arrepiente
Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese
cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados
Hechos 2:38ª
Así que, arrepentíos y convertíos,
para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del
Señor tiempos de refrigerio
Hechos 3:19
Arrepentimiento
es sentir dolor por haber pecado, por fallarle a Dios y tener en poco el
sacrificio de Cristo.
Para mostrar
verdadero arrepentimiento es necesario reconocer que Jesús es el Señor y debe
operarse un cambio de mentalidad, de conducta de actitudes y de acciones,
significa andar en novedad de vida.
3) Darnos su Espíritu Santo
Pero recibiréis poder, cuando haya
venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en
toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra.
Hechos 1:8
El hombre que sigue en su vida de pecado, su propia consciencia le recrimina. Si estás en pecado y sientes corrientes, sientes algo como si fuese el Espíritu Santo, preguntate cual espíritu es quién te hace sentir lo que sientes. El hombre arrepentido recibe la llenura plena del Espíritu santo, su fresca unción lo capacita dándole poder para disfrutar la libertad en Cristo y para testificar que Jesucristo es el Señor.
¿Para quién es la promesa?
Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros
hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios
llamare.
Hechos 2:39
Esta promesa es para ti:
·
Para ti que vives alejado de Dios;
·
Para ti que practicas una religión sin aún tener un
encuentro personal con Cristo;
·
Para ti que anhelas conocer más de Dios;
·
Para ti, quién lees estás líneas;
·
Para ti es la promesa
Esta promesa es también para tus hijos. Tus hijos están bajo esta
promesa. Las nuevas generaciones deben conocer a Jesucristo como su Señor y ser
llenos del Espíritu Santo. Como padres, tenemos la responsabilidad de guiar y
de instruir a nuestros hijos a la búsqueda y al conocimiento del Hijo de Dios.
También es para los extranjeros y todo aquel que el Señor nuestro Dios
llamare. Debeos testificar con nuestras palabras y nuestro estilo de vida.
Predicar el evangelio con nuestro ejemplo, porque la promesa de salvación les
debe alcanzar también, porque la promesa es para todos.
¿Te has apoderado de la promesa?
Recuerda que la promesa de Dios es para ti.
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