domingo, 8 de junio de 2014

La promesa de Dios es para ti

Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar.
Génesis 3:15

Desde que Adán pecó, Dios ha estado interesado en dar al hombre la oportunidad de reconciliación. Por eso en este verso encontramos lo que se conoce como la primera promesa de redención.


Dios puso enemistad entre Satanás (la serpiente antigua) y la raza humana. Dios mismo estaba profetizando del momento en que el enemigo le mordería el calcañar a Cristo con la muerte en la cruz; pero al mismo tiempo declaró la victoria de Cristo, aplastándole la cabeza al diablo, resucitando con poder de entre los muertos.

La Biblia enseña que Jesús quitó las llaves al que tenía el imperio de la muerte y que ni la muerte ni el sepulcro lo pudieron retener. Jesús resucitó y vive. Suyo es el poder y la gloria para siempre.

Con esta victoria, Jesús reivindica al Hombre, llevándole al estado de comunión con Dios que se había perdido con la caída de Adán, allá en el huerto.

Ahora bien, esta promesa consiste en:

1)    Salvar a quién invoque el nombre de Jesús

Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo.
Hechos 2:21

Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos.
Hechos 4:12

El nombre que tú debes invocar no es el de Pedro ni ningún otro apóstol o  profeta, debes invocar el nombre que es sobre todo nombre: JESÚS.

Ese nombre debe invocarse con todo respeto, sabiendo que es un nombre que tiene poder, que cuando se menciona algo debe pasar. Se debe invocar únicamente en la alabanza o en la súplica por un favor de su intervención en nuestra vida.

Él es el que vino a buscar y a salvar lo que se había perdido. Es Jesús quién dio su vida por ti. Es Él quién derramó su sangre para limpiarte de pecado y liberarte de la condenación eterna.

22 Varones israelitas, oíd estas palabras: Jesús nazareno, varón aprobado por Dios entre vosotros con las maravillas, prodigios y señales que Dios hizo entre vosotros por medio de él, como vosotros mismos sabéis;
23 a éste, entregado por el determinado consejo y anticipado conocimiento de Dios, prendisteis y matasteis por manos de inicuos, crucificándole;
24 al cual Dios levantó, sueltos los dolores de la muerte, por cuanto era imposible que fuese retenido por ella.
Hechos 2:22-24

2)    Perdonar a quién se arrepiente

Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados
Hechos 2:38ª

Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio
Hechos 3:19

Arrepentimiento es sentir dolor por haber pecado, por fallarle a Dios y tener en poco el sacrificio de Cristo.

Para mostrar verdadero arrepentimiento es necesario reconocer que Jesús es el Señor y debe operarse un cambio de mentalidad, de conducta de actitudes y de acciones, significa andar en novedad de vida.

3)    Darnos su Espíritu Santo

Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra.
Hechos 1:8

El hombre que sigue en su vida de pecado, su propia consciencia le recrimina. Si estás en pecado y sientes corrientes, sientes algo como si fuese el Espíritu Santo, preguntate cual espíritu es quién te hace sentir lo que sientes. El hombre arrepentido recibe la llenura plena del Espíritu santo, su fresca unción lo capacita dándole poder para disfrutar la libertad en Cristo y para testificar que Jesucristo es el Señor.

¿Para quién es la promesa?

Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare.
Hechos 2:39

Esta promesa es para ti:
·         Para ti que vives alejado de Dios;
·         Para ti que practicas una religión sin aún tener un encuentro personal con Cristo;
·         Para ti que anhelas conocer más de Dios;
·         Para ti, quién lees estás líneas;
·         Para ti es la promesa

Esta promesa es también para tus hijos. Tus hijos están bajo esta promesa. Las nuevas generaciones deben conocer a Jesucristo como su Señor y ser llenos del Espíritu Santo. Como padres, tenemos la responsabilidad de guiar y de instruir a nuestros hijos a la búsqueda y al conocimiento del Hijo de Dios.

También es para los extranjeros y todo aquel que el Señor nuestro Dios llamare. Debeos testificar con nuestras palabras y nuestro estilo de vida. Predicar el evangelio con nuestro ejemplo, porque la promesa de salvación les debe alcanzar también, porque la promesa es para todos.

¿Te has apoderado de la promesa?
Recuerda que la promesa de Dios es para ti.


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